domingo, 6 de abril de 2014

Se puso de puntillas y le besó. Despacio, rozó sus labios con los suyos. 
En seguida sintió su calor, su vida, su fuerza, su sonrisa. 
No tenía palabras suficientes para explicar lo que sus besos le hacían sentir. 
En serio, no tenía. 
Entonces él la pegó a la pared y la besó más fuerte. 
Y una vez más, mientras sonreía ante esa felicidad, una parte de su mente lloró. 
Lloró por el miedo de perderle.

No hay comentarios:

Publicar un comentario