martes, 20 de mayo de 2014

'Y allí los dos, subidos en la roca más alta y más puntiaguda; la roca desde dónde se podían admirar las mejores vistas, pero la cual al escalar arañaba la piel de las manos.
"El amor" dijo él, y ella sonrió sin apenas comprender.
Y pasaron las nubes, por encima de sus cabezas, mientras el agua salada salpicaba sus rostros.
"¿Por qué se van? ¿No echarán de menos a sus padres?"
"Claro que sí, qué cosas tienes. Claro que les echarán en falta, pero ellas quieren viajar y cumplir sus sueños, igual que tú, y que yo."
"¿Y sus recuerdos?"
"No se borrarán, siempre quedan. Seguro que los llevan en la maleta."
"Es verdad. Mira, esa nube lleva una maleta muy grande."
"Seguro que ha estado enamorada."
Observaron una ola que se aproximaba a su roca.
La ola, con elegancia, rompió llenando de espuma de nieve esa roca alta y afilada; para luego bucear hasta el fondo del mar.
"¿Y ella?"
"Era bella, pero ahora está rota."
"¿Y nadie la recordará?"
"Seguro que alguien."
Y le puso su nombre a la ola que se ahogó en el mar, para que supiese que ese recuerdo allí estaba encerrado; para que cuando la viese, se acordase para siempre.'

domingo, 4 de mayo de 2014

Huir

Impotencia. Frustración. Saber que no puedes hacer nada por remediar eso que tanto te preocupa o te molesta. Odio. 
Y cuando ya no puedes más, sabes que tienes que hacerlo. 
Escribes un mensaje en el que explicas el por qué, y te despides. Tienes lágrimas en los ojos. Pero tienes que hacerlo. 
Coges tu mochila, esa que más quieres, esa con tantos años y tantos recuerdos. 
Metes lo absolutamente indispensable y necesario. Tu perfume favorito, tu sudadera más grande, tus ahorros de una vida, tu libro preferido. 
Te vistes corriendo sin dejar de llorar. Abres la puerta y sales corriendo. 
Atraviesas todas las calles, todos los descampados, las plazuelas, y sigues las carreteras. Pasas corriendo delante de todas las tiendas, la gente y el alboroto del que alguna vez te sentiste parte. 
Sigues corriendo y allí ves esa carretera sin investigar. Esa carretera abandonada, destrozada, metida en un bosque. Empiezas a caminar. Miras atrás, pero aunque duela, sigues. 
El teléfono suena pero tu no lo coges. 
Sigues caminando, una hora, dos. 
En frente hay una persona. 
Continúas. 
Le observas... y con lágrimas en los ojos corres a abrazarle. 
'No vas a conseguir llevarme de vuelta. No quiero volver más. Me voy.' 
'No vengo para hacerte volver. Vengo para huir contigo.' 


Y entonces, despiertas. Una vez más, no consigues huir de esta mierda.