martes, 20 de mayo de 2014

'Y allí los dos, subidos en la roca más alta y más puntiaguda; la roca desde dónde se podían admirar las mejores vistas, pero la cual al escalar arañaba la piel de las manos.
"El amor" dijo él, y ella sonrió sin apenas comprender.
Y pasaron las nubes, por encima de sus cabezas, mientras el agua salada salpicaba sus rostros.
"¿Por qué se van? ¿No echarán de menos a sus padres?"
"Claro que sí, qué cosas tienes. Claro que les echarán en falta, pero ellas quieren viajar y cumplir sus sueños, igual que tú, y que yo."
"¿Y sus recuerdos?"
"No se borrarán, siempre quedan. Seguro que los llevan en la maleta."
"Es verdad. Mira, esa nube lleva una maleta muy grande."
"Seguro que ha estado enamorada."
Observaron una ola que se aproximaba a su roca.
La ola, con elegancia, rompió llenando de espuma de nieve esa roca alta y afilada; para luego bucear hasta el fondo del mar.
"¿Y ella?"
"Era bella, pero ahora está rota."
"¿Y nadie la recordará?"
"Seguro que alguien."
Y le puso su nombre a la ola que se ahogó en el mar, para que supiese que ese recuerdo allí estaba encerrado; para que cuando la viese, se acordase para siempre.'

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