viernes, 28 de noviembre de 2014

Corazón maleducado

Creo que vomité el corazón hace algún tiempo, y desde entonces no siento más que la respiración de las flores.
Qué culpa tenía él, la gente decía tantas cosas falsas, que me las acabé creyendo, y me desenamoré.
Decían que servía para amar, y ni si quiera explicaban qué era aquello.
Decían que servía para reír, pero a mi me daba miedo.
Decían que él se enteraba de todo y yo no quería que supiese mis secretos.
De vez en cuando se enfadaba, y me hacía llorar. Me cortaba la respiración, estoy segura de que me quería matar.
A veces mi cabeza intentaba frenarle, pocas veces lo conseguía.
Todos le teníamos miedo. Era mío pero yo no quería que lo fuese. Ojalá nunca hubiese crecido conmigo.
Él sabía cuándo le mentía.
A veces era bueno conmigo, me hacía volar unos minutos, para que no me viniese abajo. Levantaba todo mi peso.
Pero tranquilos, no le echo de menos. Cuando no tienes corazón, no sientes nada.
Las flores respiran bien. Ellas nunca tuvieron corazón. 
Son mis amigas, a veces coronan mi cabeza, y su murmullo tapa los lamentos de mi cabeza, ella dice que nunca debí haberle vomitado.
Lo que ella no sabe, es que le tengo ahogado en un jarrón de flores, por si algún día se arrepiente. 

sábado, 22 de noviembre de 2014

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Cerró los ojos, subió la música. 
Se metió las manos en los bolsillos, y dio cincuenta pasos, contados, en contra del viento helado.
Pisó fuerte sobre la escarcha, ya no temía que se rompiese en mil pedazos haciéndola caer y ahogarse. 
Ahora lo buscaba.
Se desató la trenza donde solía llevar enredadas sus preocupaciones, entre flores, y las dejó volar.
Sus labios rojos no pegaban con el mundo que la rodeaba. Dio cincuenta pasos.
Empujó hasta enterrar en el suelo lo que antes la había estado ahogando, y se rió de su ingenuidad.
Sintió ganas de correr, ganas de besar, ganas de reír, ganas de contar, ganas de conocer, ganas de dar cincuenta pasos.
Abrió la boca y de ella brotó una flor roja hasta el cielo, plagada de espinas que raspaban su garganta y la hacía sangrar.
Y todo se tiñó de escarlata, y de cincuenta pétalos, y de incontables espinas.
Y una risa melódica salió, de la nueva flor, hermosa, así como peligrosa.