sábado, 2 de abril de 2016

No sé

Me tiré en la cama y respiré. Sabía que no era una ilusión, que había sentimientos que se apagaban, se extinguían, poco a poco, y el final era lo peor, aceptarlo, aceptar la caída, como en el límite de un mundo plano, la cascada infinita con los monstruos del submundo que reclamaban a sus presas
Pero nunca esperé que me pudiese pasar, que la gente a la que amaba podía desaparecer de un día para otro y yo seguir, seguir para sentir como los monstruos me los arrebataban, y yo no podía decir nada porque simplemente era un ser menor.
Miré al techo embobada, pensando en que mi vida era una serie, una cadena, de sucesos que no paraban a respirar, a pensar en si lo hacían bien o mal; una rosa que antes de admirar su trabajo y su belleza, ya estaba en su proceso de marchite.
Simplemente quise dejar de respirar, dejar de vivir, dormir eternamente, pero no podía.
En ese momento mi teléfono sonó y me sacó de mis pensamientos, que se enredaban cada vez mas, buscando el sentido para ellos, y quitándomelo a mi misma.
Llené la bañera, pensaba aclarar mis ideas.
Me quedé mirando como la espuma crecía, y crecía, ocultando la vida de debajo.
Por un momento imaginé que esa dulce nieve aumentaría hasta entrar en mi interior, y así poder pasar a formar parte de algo mágico y tranquilo.
Me desnudé y cogí el teléfono justo cuando volvía a sonar. Sin apenas mirarlo, lo hundí en el agua.
La música sonaba húmeda, y apagada. En poco tiempo, su luz se apagó, y por fin calló.
Dejé la casa como estaba por si algún día conseguía volver a ser la persona que una vez la gente conoció, la persona que yo nunca conocí, para mí no era extraño abandonar un nido que hice a partir de las flores secas del pasado.
Simplemente huí. A que mis pensamientos descansaran. A que los sucesos tuvieran un punto y coma.
A que mis sentimientos buscasen un sentido en algún lugar donde no se hubiese acabado, donde no se hubiese ido con la pérdida de aquella persona que me definía.
No lloré. Siempre fui de llorar, y en aquel momento no lloré. Supongo que una parte de esa persona se alojó en mi interior y me quitó las lágrimas. No sé que me pasó. Pero nunca volví a aquella casa.