sábado, 12 de abril de 2014

Balancín

Se levantó con un dolor de cabeza increíble. 
Se tocó la frente. Estaba ardiendo. Seguramente tuviese fiebre. 
Sentía que ardía, así que se quitó de encima todas las mantas y edredones, recogió del suelo la toalla fría, que se debió de caer cuando al fin se quedó dormida, y abrió las ventanas de su cuarto. 
Cogió su cojín en forma de corazón y bajó al jardín. Se tumbó en el balancín y se colocó la toalla en la frente. 
Corrió brisa y sintió un tremendo alivio. Al menos allí se estaba fresquito. 
Cerró los ojos y escuchó. 
Los pájaros cantaban. El viento hacía que los árboles murmullasen moviendo sus grandes ramas. A lo lejos se escuchaban los coches corriendo por una pequeña carretera que conducía al pueblo. 
Y luego, se oía el chirrido que producía al moverse ese viejo balancín. 
Tenía ya 10 años, que aunque no parezca mucho, lo es para un balancín que aguantaba estar al más caliente sol del verano, y a las más frías nevadas del invierno. 
Siempre que estaba mal, o necesitaba pensar, se acurrucaba en el viejo balancín del jardín. 
Sintió como le daba el sol en los ojos. Los abrió y admiró el paisaje verde y soleado. 
Hacía demasiado frío ya. No quería ponerse peor. 
Se levantó del balancín y se metió en casa.

lunes, 7 de abril de 2014

Quien me quiera, se arriesga

Me gusta pasar por los puentes más altos, mientras la gente grita y camina deprisa; por el cual debajo pasen los coches más rápidos y los camiones más grandes, para sentirme arroyada sin haberlo sido. 
Me gusta escalar a los lugares más altos y ver el mundo en pequeño. 
Soy de las que gritan y lo pasan mal en las películas de miedo pero siempre sería la primera en investigar esos caserones abandonados. 
Me gusta cruzar la carretera en el último momento sin mirar. 
Me gusta coger mi mundo de la mano y huir corriendo a otro lugar. 
Quiero ser una persona sin sentimientos a la vez que quiero ser esa persona que lucha por cambiar pensamientos. 
Soy esa que ve a un extraño llorar y no dudaría en acercarse a ayudar, y cuando esta triste ella misma no deja a nadie acercar. 
Soy esa persona cabezota y complicada, soñadora e ilusionada. 
Soy esa chica que a cada paso que da le tiran una piedra a los pies, y en vez de pasarla, la recoge y la guarda. 
Soy esa chica que adora los héroes y la magia, que cree en los mundos de fantasía y las ciudades ficticias.
Soy esa chica que relaciona todo lo que pasa a su alrededor con su vida misma. 
Soy la chica de los mil deseos, y la gran vagancia. 
Soy esa chica que come por diez y luego quisiera estar delgada. 
Soy esa chica que no puede ver caracoles aplastados sin tener ganas de matar a quien lo haya hecho.
Soy esa chica que lo único que necesita es que alguien la vigile, la cuide, la mime y la quiera. 
Soy esa chica que va escribiendo lo que piensa por la calle sin fijarse en nada. 
Esa chica que en vez de hablar, escribe. 
Porque nunca le salen las palabras.

domingo, 6 de abril de 2014

Se puso de puntillas y le besó. Despacio, rozó sus labios con los suyos. 
En seguida sintió su calor, su vida, su fuerza, su sonrisa. 
No tenía palabras suficientes para explicar lo que sus besos le hacían sentir. 
En serio, no tenía. 
Entonces él la pegó a la pared y la besó más fuerte. 
Y una vez más, mientras sonreía ante esa felicidad, una parte de su mente lloró. 
Lloró por el miedo de perderle.